Extracto de "Conozcamos el Catolicismo Romano", páginas 10-20 Copyright © 1996 por Rick Jones. Reproducido con permiso. |
¿Quién Es la Autoridad Final? Antes de iniciar el estudio de las doctrinas católicas romanas, debemos determinar quién será la autoridad final. Aquí encontramos la primera discrepancia. La Biblia afirma que ella es la única autoridad final, mientras que el catolicismo enseña que hay tres autoridades. El Catecismo de la Iglesia Católica declara: “La Tradición, la Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno según su carácter, y bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas” (p. 34, #95). De acuerdo a estas palabras, las Escrituras, la tradición de la iglesia (enseñanzas transmitidas a través de las edades), y el Magisterio (cuya tarea es dar una interpretación auténtica de la Palabra de Dios), son iguales en importancia (véase también p. 31, #82). Según la doctrina católica, la tradición de la iglesia y el magisterio son Palabra de Dios tal como las Escrituras: “La Sagrada Escritura es la palabra de Dios, en cuanto escrita por inspiración del Espíritu Santo. La Tradición recibe la palabra de Dios, encomendada por Cristo y el Espíritu Santo a los apóstoles, y la transmite íntegra a los sucesores” (p. 31, #81). La pregunta obvia es, ¿qué sucede cuando estas tres “autoridades finales” no concuerdan entre sí? El Catecismo da esta respuesta: “El oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado sólo al Magisterio vivo de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo, es decir, a los obispos en comunión con el sucesor de Pedro, el obispo de Roma” (p. 32, #85). Cuando el Catecismo explica que el oficio de interpretar la palabra de Dios fue encomendado a la “iglesia”, es importante notar que se refiere de manera exclusiva a la Iglesia Católica Romana. Ese es el caso a través de todo el Catecismo. El término “la iglesia” siempre se refiere a la Iglesia Católica Romana. El Catecismo repite esta doctrina usando diferentes palabras: “Todo lo dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar la Palabra de Dios” (p. 39, #119). Por tanto, el Catecismo concluye que la autoridad final no es la Biblia, sino las enseñanzas actuales de la Iglesia Católica, puesto que ella es la única capacitada para proveer una “auténtica interpretación” de la Palabra de Dios. ¿Está de acuerdo la Biblia con esta enseñanza? Si la Biblia, la tradición y las enseñanzas de la Iglesia Católica fuesen en realidad la Palabra de Dios, la Biblia estaría de acuerdo con esta enseñanza. Desafortunadamente para el catolicismo, no lo está. De hecho, indica lo contrario. En la Biblia, Dios declara que su Palabra escrita siempre fue y siempre será perfecta: “El principio de tu palabra es verdad; y eterno es todo juicio de tu justicia”. Salmos 119:160 “Las palabras de Jehová son palabras puras; como plata refinada en horno de tierra, purificada siete veces. Tú, Jehová, las guardarás; las preservarás de esta generación para siempre”. Salmos 12:6-7 La Biblia declara enérgicamente que ella es la única autoridad final. “Santifícalos en tu verdad: Tu palabra es verdad”. Juan 17:17 En el libro de Apocalipsis, Dios anuncia esta clara advertencia contra aquel que intente modificar su Palabra escrita: “Porque yo testifico a cualquiera que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios añadirá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad, y de las cosas que están escritas en este libro”. Apocalipsis 22:18-19 El apóstol Pablo aconseja a los lectores de la Biblia cómo deben reaccionar ante aquellos que enseñen doctrinas contrarias a la Palabra escrita de Dios: “Y os ruego hermanos, que señaléis a aquellos que causan divisiones y escándalos en contra de la doctrina que vosotros habéis aprendido; y que os apartéis de ellos. Porque los tales, no sirven a nuestro Señor Jesucristo, sino a sus propios vientres; y con palabras suaves y lisonjas engañan los corazones de los simples”. Romanos 16:17-18 Pablo previene a los verdaderos creyentes para que se alejen de cualquiera que enseñe doctrinas contrarias a las Escrituras. También muestra las consecuencias de creer en esas falsas enseñanzas: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo os predicare otro evangelio del que os hemos predicado, sea anatema”. Gálatas 1:8 Inmediatamente Pablo vuelve a decir: “Como antes hemos dicho, así ahora digo otra vez: Si alguno os predicare otro evangelio del que habéis recibido, sea anatema”. Gálatas 1:9 Por tanto, cuando la doctrina católica contradice la Palabra escrita de Dios, aquellos que apoyan la posición contraria a las Santas Escrituras serán “anatema”, es decir, “malditos”. El escritor de Proverbios también advierte de manera severa a quien se atreva a cambiar la Palabra escrita de Dios: “Toda palabra de Dios es pura; es escudo a los que en Él esperan. No añadas a sus palabras, no sea que Él te reprenda, y seas hallado mentiroso”. Proverbios 30:5-6 La Palabra de Dios permanece para siempre Dios nos dice que su Palabra fue escrita una vez y permanece para siempre: Para siempre, oh Jehová, está establecida tu palabra en el cielo”. Salmos 119:89 “Mas la palabra del Señor permanece para siempre”. 1 Pedro 1:25 “La palabra del Dios nuestro permanece para siempre”. Isaías 40:8 “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”. 1 Pedro 1:23 La Palabra de Dios es perfecta La Palabra de Dios no puede ser cambiada, porque es perfecta tal como está: “La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma”. Salmos 19:7 “Sumamente pura es tu palabra; y la ama tu siervo”. Salmos 119:140 El catolicismo afirma que solamente los líderes de la Iglesia Católica pueden interpretar correcta-mente la Palabra escrita, pero la Biblia discrepa con esa afirmación: “Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada; porque la profecía no vino en tiempo pasado por la voluntad del hombre; sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo guiados por el Espíritu Santo”. 2 Pedro 1:20-21 ¿De dónde quiere Dios que los hombres aprendan su doctrina: de los sacerdotes o de la Biblia? “Toda Escritura es dada por inspiración de Dios, y es útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”, 2 Timoteo 3:16 Aquí Pablo no se refiere al Magisterio o a la tradición de la iglesia, porque en el versículo anterior dice: “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe que es en Cristo Jesús”. 2 Timoteo 3:15 Puesto que la Iglesia Católica no existía cuando Pablo escribió estas palabras, es imposible que él se estuviese refiriendo a las enseñanzas del catolicismo. ¿Abandonó Dios su autoridad? Tal como estos y cientos de versículos lo indican claramente, Dios nunca dio a nadie la autoridad para añadir o para cambiar su Palabra. Esta es perfecta y completa, tal como Dios la escribió. Una de las primeras preguntas que usted debe responder es: ¿Quebrantó Dios todas estas enseñanzas bíblicas otorgando al papa y a la Iglesia Católica el derecho de cambiar su Palabra, aunque El dijo que nunca lo haría? Los fariseos Cuando Jesús estuvo en la tierra, públicamente reprendió a los fariseos, los líderes religiosos de ese tiempo: “Pero en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres. Porque haciendo a un lado el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres”; Marcos 7:7-8 Jesús expresó su indignación porque los fariseos habían puesto la tradición de ellos por encima de la Palabra de Dios. El sabía que la Palabra de Dios conduce a la gente a la vida eterna, mientras que las tradiciones de los hombres conducen a la destrucción eterna. Aunque estos líderes religiosos obedecían todas las reglas de su religión, veamos lo que Jesús dijo que les esperaba: “¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?” Mateo 23:33 Cuando los fariseos preguntaron a Jesús por qué sus discípulos transgredían la tradición de los ancianos, Jesús les respondió con otra pregunta: “¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?” Mateo 15:3 Jesús siempre dio mayor valor a las Escrituras que a la tradición: “Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, no conociendo las Escrituras, ni el poder de Dios”. Mateo 22:29 La autoridad final nunca ha sido la tradición de los hombres, sino la Palabra de Dios que no cambia: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y vanas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo”. Colosenses 2:8 Los cristianos del Nuevo Testamento sabían cuál era la autoridad final: “Y éstos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así”. Hechos 17:11 Estas personas fueron a la autoridad final, las Escrituras, para determinar si lo que habían oído era verdadero. Respecto a su Palabra, Jesús dijo: “Si alguno me ama, mis palabras guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos con él morada. El que no me ama, no guarda mis palabras”; Juan 14:23-24 Consideremos estas palabras del apóstol Pablo: “Por lo cual nosotros también sin cesar damos gracias a Dios, porque cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino como es en verdad, la palabra de Dios”. 1 Tesalonicenses 2:13 Cuando Pablo predicó la Palabra de Dios a estas personas, no se trataba de la doctrina católica, porque el catolicismo todavía no existía. Conclusión Dios no cambia (Malaquías 3:6) porque El es perfecto. Su Hijo, Jesucristo, no cambia (Hebreos 13:8) porque El es perfecto. Entonces, ¿por qué habría de cambiar constantemente la perfecta Palabra de Dios? A medida que continúe leyendo este libro, usted tendrá que decidir cuál cree que es la autoridad final: la Palabra escrita de Dios, o las enseñanzas y tradiciones de la Iglesia Católica. Su decisión será crítica cuando descubra que la Palabra de Dios y las enseñanzas del catolicismo son diametralmente opuestas en todas las doctrinas que examinaremos. ¿Estará usted del lado de la Palabra de Dios, o de las tradiciones de hombres? “El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán”. Mateo 24:35 Nota: Puesto que las Escrituras afirman claramente que ellas son la única Palabra de Dios, de aquí en adelante en este libro toda mención de la Palabra de Dios se referirá sólo a las Escrituras, y no a las tradiciones de la Iglesia Católica o al Magisterio. “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso”. Romanos 3:4 |